Siempre he pensado que los grandes escritores son los que
enseñan a leer el mundo, al igual que los grandes fotógrafos son los que consiguen transmitir la belleza de un
instante, el del “clic”. Me gustaría poseer en este momento uno de esos dos talentos, para poder transmitiros
ahora algunas cosas, pero finalmente lo haré a mi manera.
Al llegar a la madurez de sus días nuestra pequeña ranita,
consciente de su propias limitaciones y consciente de las necesidades de los
otros, decidió abandonar la charca que había compartido con el resto de
renacuajos hasta dicho momento.
Estaba ávida de emociones, de deseos de sueños. Aún su
inocencia no conocía las diferencias entre proyectos y expectativas y decidió
lanzarse a la aventura. Ya aprendería después.
Debía dar un salto
hacia el camino de tierra, que se veía oscuro, seco, tenía miedo, mucho miedo,
y no quería ni debía mirar atrás. El
miedo es un simple invento de la mente, pensaba, una proyección de un error
pasado que quiere alargarse hasta mi futuro.
Una vez superado su miedo, pensó en las formas de saltar, en
la charca, todas las ranas mayores le habían hablado de su primer salto hacia
la tierra (lo mejor es saltar así, o así, o de esta otra manera). Todas las
formas había ensayado y con ninguna se sintió cómoda, decidió pararse un
instante y recapacitar, dejar que todas las ideas se agolparan en su mente, y
despacio reordenarlas.
Este camino debería
conducirme a un mundo inmenso y maravilloso, cuyas puertas deben abrirse con
encanto y cuya belleza e incandescencia, lo apasionante, debería invitarme a
recorrerlo. Y para saltar… Solo necesito recordar lo bueno que otros
depositaron en mí y lo bueno que yo depositaré en los demás.
Cogió carrerilla y saltó. Saltó de una manera nueva, fruto
de toda su experiencia, saltó, como sólo ella podía hacerlo.
A veces nos olvidamos, que nuestros recorridos vitales son
totalmente distintos, que las vivencias que arrastramos, deben llevarnos a
diferentes formas de actuar y resolver los problemas. Hay diferentes formas de
entender el amor, de entender la vida, los días, las noches. Y que incluso
nuestras propias maneras de actuar tienen un índice cromático. ¿Qué importa el
tipo de salto, si el fondo y la intención son buenos?.
Hay muchas maneras de escribir, escribe con la tuya.
Hay muchas ritmos para andar, anda a tu ritmo,
Hay muchas maneras de querer, vive el amor a tu manera, pero
sobre todo nunca dejes de quererte a ti mismo.
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