viento

Hoy me he dejado caer por aquí, no sé si empujada por el viento y el frío de la calle, o por un impulso interior que ahora mismo no logro ubicar, pero que en cualquier caso, ahí está o estaba.
De repente es como si hubiese subido unas inmensas escaleras de caracol y me invadiera un profundo vértigo, vértigo a raudales, vértigo a los peldaños desigualados de palabras que conforman este blog.
 A penas lo siento ya mío, sin duda, le he dado vueltas al coco, he sopesado sobre la conveniencia de mantener abierta esta y otras pequeñas cristaleras, esta en concreto nació en primera instancia para obligarme a escribir y para dejarme ver poco a poco, o aunque fuere, sólo ayudar a intuir mi sombra. Pero no sé si he cumplido mi propósito.

Releo mis palabras de hace unos meses y como suele ocurrirme de una manera más o menos cíclica siento que esta que escribe hoy, no tiene nada que ver con la que escribía, aunque hayan pasado pocos días o meses, es como si a un camaleón de repente le añaden nuevos colores en los que camuflarse, como que en tan poco tiempo, el aprendizaje me desbordara.
Además siento que es una travesía solitaria por el destierto en la que voy dejando como migas de pan todas las inseguridades y no quiero volver por ese camino.
 Porque aunque parezca extraño sólo quiero un feliz trayecto en el fugaz presente.